"Lo malo de la gran familia humana es que todos quieren ser el padre" (Mafalda)

jueves, 26 de agosto de 2010

Mamá ha perdido su sonrisa


Autor: Letra A
Edad: 4-6 años


Violeta quiere encontrar la sonrisa que ha perdido su mamá pero no sabe por donde empezar.

- ¿Dónde están las cosas que se pierden y son invisibles?- se pregunta mientras va de un lado a otro de la casa mirando detrás de los rincones, levantando los cojines del salón y hasta abriendo todos los botes de la cocina.

Al final se le ocurre una gran idea. Va al despacho de papá y coge la lupa grande de detective que está encima de la mesa con mucho cuidado para que no se rompa el cristal porque su papá siempre le dice que es esa lupa es mágica y muy delicada.

¡Ahora sí puede encontrar la sonrisa de mamá! Mira por todas las habitaciones y hasta vacía el gran arcón de disfraces de su cuarto por si allí está perdida la sonrisa de mamá pero nada, no hay manera de que aparezca.
Aunque le da un poco de miedo entra en el cuarto de los trastos viejos y con su enorme lupa pegada al ojo empieza a mirar entre las cajas, libros, y armarios llenos de ropa. Pero la sonrisa de mamá sigue sin aparecer y Violeta empieza a ponerse triste.

Cansada de buscar se sienta en una gran caja y decide hacer algo de magia: - ¡abracadabra! pero la sonrisa de su mamá no aparece por ningún lado.

De repente oye la puerta de la calle, debe ser mamá que ya ha vuelto del trabajo y escucha como empieza a llamarla:

- Violeta, Violeta ya estoy en casa ¿es que no vienes a darme un beso?

Violeta sigue sentada en el rincón del cuarto con la lupa y sin moverse hasta que por fin su mamá la encuentra.

- ¿Pero que haces aquí pequeña? ¿y con la lupa de papá?
- Estoy buscando tu sonrisa porque se te ha perdido.

Entonces su mamá comienza a reírse a carcajadas y su sonrisa se hace cada vez más y más grande.

- Ves mamá, sabía que la encontraría y ahora no vuelvas a perderla que me ha costado mucho encontrarla.

jueves, 19 de agosto de 2010

Caprichos Temporales


Autora: Letra Z

Edad: A partir de 8 años


Mi abuelo era un hombre muy listo y un poco extravagante. O por lo menos eso es lo que dice mi madre. Yo no llegué a conocerle, porque cuando nací, él ya me llevaba mucha vida de ventaja y no pudo esperar más. No le culpo, creo que yo nací demasiado tarde. A mi me hubiera gustado vivir en otra época. Creo que este siglo no me corresponde.

- Hija, venga, coge tus cosas que vas a llegar tarde otra vez a las clases de “desplazamiento espacial”.

Mi madre está empeñada en que asista a esas malditas clases, no sé cómo decirle que las odio, que no me gustan, que yo no quiero desplazarme en el espacio, que lo que a mi me gustaría es desplazarme en el tiempo. En estas clases te enseñan a moverte de un lugar a otro sin necesidad de utilizar ningún medio de transporte. Por eso no me gustan. Una vez encontré una foto de mi abuelo en la que aparecía sonriente encima de un extraño aparato con dos ruedas, creo que en aquellos años era muy popular. Además, no hacía falta conectarla ni nada parecido, funcionaba con el movimiento de tus propias piernas. Lo llamaban bicicleta.

Yo quiero vivir en la época de mi abuelo, cuando todavía no había coches, ni ordenadores, ni clases absurdas de “actitud extra-sensorial”, o “aprende a comunicarte sin hablar” o “juega tú solo, y verás que divertido”.

Me encantaría subir a una de esas bicicletas y sentir el aire en la cara, poder ir a cualquier parte.

Mi madre no me cuenta muchas cosas de la época de mi abuelo, dice que es mejor olvidar el pasado porque no sirve para nada. Que hay que pensar en el futuro. Pero a mi no me lo parece.

Un día cualquiera me dirigía a la escuela de “pinta sin pintura” y me fijé en un extraño cartel escrito con letras grandes. No me lo podía creer, era una invitación para realizar un viaje experimental a la época que quisieras. Había oído hablar de estos viajes, pero todo el mundo decía que no eran seguros, que podías perder el pelo, o quedarte sin piernas o cosas peores. Sin pensarlo mucho me dirigí hacia allí.

La puerta del lugar era muy pequeña, de color rojo y no tenía timbre. Llamé con la mano y esperé. Al cabo de unos minutos la puerta se abrió.

Pero no había nadie. ¿Hay alguien?- pregunté. Pero nadie contestó. Aquella casa estaba completamente vacía. Sólo había una enorme máquina muy extraña en el centro de la sala y un cartel que decía: “ELIGE TU ÉPOCA Y DALE AL BOTÓN”.

La verdad es que estaba un poco asustada, a mi me encanta tener pelo y sobre todo piernas y corría el riesgo de quedarme sin ellas. Pero no podía perder aquella oportunidad. Así que elegí mi época y le di al botón.

No pasó nada. No tembló el suelo, ni hubo una explosión de luz. Nada. Estaba un poco confundida y muy enfadada porque la máquina no había funcionado. Así que salí de allí cabizbaja y me dirigí, como todos los martes a mi absurda clase de pintura invisible.

La ciudad parecía haberse vuelto silenciosa de repente, no había ni un solo coche y hasta se escuchaba el viento chocando en las esquinas. Casi me da un ataque al corazón cuando un niño pasó rapidísimo por delante de mí. ¡Iba montado en bicicleta!

jueves, 12 de agosto de 2010

Roveraz


Edad: 6-8 años.
Escrito por la Letra E.
Un día en el pueblo Azul amaneció el cielo de color verde y en el pueblo Verde amaneció el cielo de color azul. Enseguida se reunieron los dos alcaldes y dijeron a la vez “Me has robado el cielo, ¡Devuélvemelo!”. El alcalde azul que llevaba una camisa muy larga como todos los habitantes del pueblo, juraba que ellos no habían tocado ningún cielo y el alcalde verde que tenía un gran sombrero como todos los habitantes del pueblo, también juraba que ellos no habían hecho nada.
Decidieron ir a ver a la alcaldesa del pueblo Rojo para que les diera un consejo. Cuando llegaron ella estaba durmiendo y les dijo “Pero ¿Qué es esto? Todavía es muy pronto, sólo son las doce de la mañana y me habéis despertado. Volved dentro de una hora que tengo mucho sueño”. Los alcaldes azul y verde se enfadaron un poco, pero tuvieron que esperar en el salón tomando una taza de té rojo. El alcalde azul aprovechó para coser un botón de su camisa y el alcalde verde estuvo todo el tiempo limpiando su sombrero.
Después de una hora se despertó la alcaldesa y fue a recibirles con los grandes zapatos que llevaban los habitantes del pueblo Rojo. Y entonces le contaron su problema con los cielos. La alcaldesa les escuchó medio dormida y al acabar les preguntó: “¿Por qué no vivís con los cielos así cambiados de color?” Y los dos alcaldes respondieron a la vez: ”Porque nuestro cielo es mejor que el suyo.” “Bueno”, dijo la alcaldesa mientras bostezaba de sueño, “La solución es que todos los habitantes y las casas del pueblo Azul se vayan al pueblo Verde y que todos los habitantes y casas del pueblo Verde se vayan al pueblo Azul.”
Los alcaldes siguieron su consejo y estuvieron un mes entero haciendo la mudanza de un pueblo a otro e incluso fueron a cambiar el nombre y así el pueblo Azul tenía el cielo azul y sus habitantes vestían con camisas muy largas y el pueblo Verde tenía su cielo verde y sus habitantes vestían con grandes sombreros.
Pero al día siguiente de la fiesta de inauguración de los dos pueblos, en el pueblo Azul amaneció el cielo de color verde y en el pueblo Verde amaneció el cielo de color azul. Enseguida se reunieron los dos alcaldes y dijeron a la vez “Me has robado el cielo, ¡Devuélvemelo!” Y como no se ponían de acuerdo, decidieron hacer otra vez una mudanza de pueblo a pueblo. Y durante un mes estuvieron cambiando las casas y los habitantes de un pueblo a otro para poder tener un cielo de su mismo color.
Y de nuevo, al día siguiente de la segunda fiesta de inauguración de los dos pueblos, en el pueblo Azul amaneció el cielo de color verde y en el pueblo Verde amaneció el cielo de color azul. Los alcaldes se reunieron y los dos estaban tan tristes que la camisa del alcalde azul estaba casi rota y el sombrero del alcalde verde estaba lleno de agujeros.
Fueron corriendo a ver a la alcaldesa del pueblo Rojo, que como siempre, estaba durmiendo. “¿Otra vez me despertáis antes de las doce de la mañana? Eso es de muy mala educación. Esperad un rato”. Y los alcaldes esperaron y como estaban tan tristes ni siquiera tomaron una taza de té. Después de dos horas apareció la alcaldesa con sus grandes zapatos y escuchó bostezando todos los problemas con las mudanzas. Al terminar, les dijo muy seria: “Lo que se me ocurre es compartir todo entre los tres pueblos, a ver qué pasa”. Y dicho esto se quedó dormida.
Como los alcaldes estaban hartos de hacer mudanzas, decidieron probar la idea de la alcaldesa roja. Y los tres pueblos se unieron en otro más grande que se llamó Roveraz con las iniciales de todos los nombres anteriores. Y todos los habitantes se mezclaron para vivir en casas de diferentes colores y podían vestir con zapatos grandes, camisas largas y sombreros altos.
Y desde entonces, en Roveraz los cielos son azules por la mañana, rojos por la tarde y verdes por la noche mientras sus habitantes sueñan siempre en multicolor.

Fin





martes, 3 de agosto de 2010

El musical de El Rey León

Autor: Letra G
Recomendado para: todas las edades.


Hace una semana hice un viaje a Nueva York y, aunque estuve en la juguetería más grande del mundo o vi la tienda de chuches más increíble de mi vida, encontré un lugar aún mejor para letras como nosotros: el musical del Rey León.

Nunca, y digo nunca en mi vida de letra, he disfrutado tanto con una obra.

Una hora y media cargada de disfraces espectaculares y llenos de imaginación, música y voces que llenaban la sala, escenarios y recursos que no podía creer que alguien pudiese inventar… en definitiva, un espectáculo completo en el que no pude dejar de aplaudir y tararear.

Y lo mejor de todo es que no tendremos que viajar a Nueva York o Londres para poder verlo… ¡parece que se va a estrenar en el teatro Lope de Vega de Madrid!

Así que todas las letras estaremos atentas a la fecha en que llegue para avisaros porque nadie se la puede perder…. Y si no lo creéis, os dejo el comienzo de la obra para ir abriendo apetito.