"Lo malo de la gran familia humana es que todos quieren ser el padre" (Mafalda)

jueves, 23 de diciembre de 2010

Los dragones sí leen


Relato y reseña publicada por la Letra E.
Para 8-9 años



- Los dragones no pueden leer.
- Pues yo te puedo presentar uno que sí. Y se llama Leo.
Jésica y María hablaban en el patio del colegio. María estaba acostumbrada a que su amiga Jésica le negara siempre en sus juegos y aventuras, decía que las niñas con ocho años como ellas tenían que preocuparse de otras cosas.
- El sábado voy a ir a verlo con mi hermana, si quieres te puedes venir.
- Vale, pero los dragones no pueden leer.
- Verás como sí.
El sábado por la mañana, María y su hermana Cristina pasaron a recoger a Jésica. Tomaron el metro y las dos niñas no paraban de hablar con Cristina acerca de lo que había ocurrido durante la semana en el colegio.
Por fin llegaron a la calle Sagunto número 20, ante la puerta de la librería El Dragón lector.
- ¡Pero si es el nombre de una librería! Me lo imaginaba- dijo Jésica.
Entraron las tres en la librería y allí estaba Pilar, su dueña que las saludó. Fue María quien habló primero.
- Dice mi amiga Jésica que los dragones no pueden leer, pero yo le he dicho que Leo el dragón lector, sí que puede.
- Lo mejor es que deis una vuelta por la librería y que comprobéis si es verdad o no- dijo Pilar.
Mientras Cristina hablaba con Pilar, las dos niñas comenzaron a echar un vistazo por la librería.
- ¿Qué habrá detrás de esa cortina? – preguntó María.
Las niñas se cogieron de la mano y atravesaron la cortina roja. Había poca luz, pero pudieron ver en el suelo un libro de pastas azules que se titulaba Leo, el Dragón Lector. Se agacharon y de pronto al abrirlo ocurrió algo increíble: las dos niñas se hicieron tan, pero tan pequeñitas que tenían el mismo tamaño de una de las letras del título del libro.
- ¡Eh! ¿Qué está pasando?
- ¡Que alguien nos ayude!
Y de pronto Leo, el dragón de la portada, bostezó, cogió a las dos niñas en su espalda y comenzó a volar.
Comenzaron a recorrer toda la librería. Al principio las niñas estaban muy asustadas, pero enseguida disfrutaron del vuelo. Iban de estantería en estantería, entrando en todos los libros. Primero entraron en un libro de piratas y desde el aire vieron como abordaban un barco inglés; en otro libro de castillos y espadas, asistieron a la boda de un príncipe y una princesa y también fueron testigos en otro libro de cómo un ratón detective resolvía un caso de gran misterio.
De vez en cuando pasaban volando cerca de Pilar y de Cristina, pero estaban tan distraídas hablando que ni se daban cuenta del vuelo del dragón y las dos niñas. Finalmente entraron en un libro de vampiros donde siempre era de noche y acabaron aterrizando otra vez en la salita tras las cortinas. Leo el dragón volvió a bostezar y las niñas crecieron hasta su altura normal.
- ¿Vamos a contar esto? – preguntó Jésica.
- Mejor que no, porque nadie nos creería, como te pasaba a ti, que no creías nada- respondió María.
Al salir de las cortinas la librería ya estaba llena de niños y niñas sentados alrededor de un chico que comenzó a contar un cuento. Las dos niñas se sentaron en primera fila justo cuando comenzaba el cuento.
- Había una vez un dragón que no paraba de bostezar…

Fin

miércoles, 15 de diciembre de 2010

EL BUHO Y LA ALONDRA


letra GR

Es una historia muy triste
de amores desencontrados
El señor búho y la alondra
se habían enamorado.

El se llamaba Gervasio
le gustaba trasnochar
Ella era Catalina
solo quería madrugar

Se encontraban un momento
entre la noche y el día
y en solo cinco minutos
en peleas se perdían

Eres un buho juerguista
Catalina le gritaba
Y tu una aburrida alondra
que no sirves para nada.

Pero pronto amaneció
él se tuvo que marchar
Se fue triste pues tenía
poco tiempo para hablar


Pasaron así los meses
pensando en cómo lograr
amarse solo un ratito
sin tener que pelear

Gervasio siempre pensaba
que ella un día cambiaría
Ella por su parte era
consciente que no lo haría

Sufrieron durante un tiempo
hasta que al fin se casaron
Su amor se fue por la borda
pues cambiarse no lograron

sábado, 11 de diciembre de 2010

LA ANTI NAVIDAD



Autor: Letra A
Edad: Mayores de 16 años

Aviso a toda la población: el simulacro de Paz y Amor ha finalizado. Guarden los langostinos, insulten a sus cuñados y disuélvanse. (Anónimo)

Continuará…

jueves, 2 de diciembre de 2010

Las letras también leen



Autora: Letra Z
Para todos.


No tengo una historia para hoy, sino muchas. Pero de otros. Mi hueco virtual lo dedico esta mañana de Diciembre a recomendaros lecturas de juventud. Espero que os inspiren para nuevas historias o simplemente, os hagan disfrutar. Ahí van.

Empiezo con Roald Dahl, por ser una fuente inagotable de sonrisas y siempre, una maravillosa experiencia. Imagino que todos conocéis su MATILDA, o aquellos VERSOS PERVERSOS. Hoy me decanto por sus HISTORIAS EXTRAORDINARIAS, libro de relatos que entusiasma, en especial EL CHICO QUE HABLABA CON LOS ANIMALES y LA MARAVILLOSA HISTORIA DE HENRY SUGAR, ésta última ¡extraordinaria, extraordinaria, extraordinaria!
También LA PERLA de John Steinbeck, es una novelita corta e inolvidable. LOS NIÑOS TONTOS, de Ana María Matute, magníficas y tristes historias. Imprescindible.
Hace poco recuperé las sensaciones que otorgan las historias bien escritas y originales, releyendo DÍAS DE REYES MAGOS, de Emilio Pascual. Es emocionante. Ya veréis.
Pero el último descubrimiento que está alimentando mis sueños y mis días es MARCOVALDO, libro de relatos de Italo Calvino, donde su protagonista, que es el mismo en todos los relatos, os cautivará con sus aventuras y desventuras. Es genial. Lo mejor que he leído en mucho tiempo.
Además, otros libros que sin ser relatos de ficción, a lo mejor os pueden servir para entender o perfeccionar el arte de contar historias a los jóvenes.
COMO UNA NOVELA, de Daniel Pennac. Enorme demostración de innovación a la hora de escribir, valiente intento para demostrar que leer y acercar la lectura a los más jóvenes es una aventura con algunos riesgos y muchas satisfacciones. Y algunos más, LA LITERATURA PARA NIÑOS Y JÓVENES. GUÍA DE EXPLORACIÓN DE SUS GRANDES TEMAS, de Marc Soriano. NO SE LO CUENTES A LOS MAYORES. LITERATURA INFANTIL, ESPACIO SUBVERSIVO, de Alison Lurie.
Se quedan muchos en el tintero, pero mejor ir poco a poco. Ya me contaréis y por supuesto, espero vuestras recomendaciones.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Una anécdota real


Autor: Letra G
Edad: 8 años.

Cuando yo era pequeña (una "g" minúscula), mi hermano Mikel lo era aún más. A pesar de que solo nos separaban dos años, recuerdo lo mayor que me sentía siempre frente a él.

El día que más pequeño e indefenso le percibí fue el que ahora voy a contar.

Era una tarde de primavera en Madrid, de esas en las que el sol ya empieza a calentar. Como todos los días de la semana, después de una buena merienda, la ama nos llevó al patio de enfrente. Una explanada en la que nos dábamos cita todos los niños del vecindario cargados de juguetes y ganas de correr.

Mikel entró al patio como todos los días, cargando su correpasillos de forma torpe como cualquier niño de dos años y medio. Vamos, lo normal. Hasta que le dio el ataque.

Recuerdo que, una vez en la explanada del patio, miró al suelo y le dio una rabieta como yo nunca había visto. Con su torpes patitas salió corriendo de un lado a otro, rodeando a todos los niños y padres que en ese momento le miraban atónitos. No paró de correr y llorar hasta pegarse a una de las paredes de los edificios que bordeaban el patio.

Hubo silencio.

Mi madre se acercó a ver qué le pasaba al niño, y no encontró respuesta. Poco a poco, le convenció para que volviese al centro del patio a jugar con el correpasillos.

Y ocurrió de nuevo. Mikel se agarró a la mano de mi madre y, en cuanto se separó de la pared, le dio otro de sus berrinches. Aunque esta vez con más pánico. El pobre se puso a correr a toda velocidad, llorando como un loco, huyendo de no sabíamos qué, hasta que tocó de nuevo la pared.

Tuvo que pasar una tercera vez para que alguien se diese cuenta de qué era lo que le provocaba a Mikel ese horrible miedo.

Un vecino muy serio y observador se acercó a mi madre y le susurró: es la sombra.

Y así fue, ese día de primavera Mikel había descubierto su sombra y, por lo que todos vimos, le dio pavor. Sólo junto a la pared, en la única zona del patio donde el sol no llegaba, estaba tranquilo. Sólo allí: en la única zona del patio donde su cuerpecito no proyectaba esa horrible figura: su sombra.


Y esto, queridas letras, es una historia real que viví de pequeña. ¿Alguna se anima a hacer un cuento sobre ella?

jueves, 18 de noviembre de 2010

SUMA DE LETRAS. Final del cuento colectivo


Ya llega el final de nuestro cuento colectivo. Todas las letras hemos aportado algo a nuestra historia. Esperamos que la disfrutéis.

Autor: Letra E.



Osvaldo llevaba más de media hora escondido dentro del armario, calladito calladito para que nadie se enterase de que estaba ahí; para que el susto fuera de muerte. Cuando estaba a punto de desistir en su intento, escuchó unos pasos que se acercaban hacia su escondite. Por el sonido de los tacones, era sin duda la niñera que querría coger una toallaEn el momento en que la niñera abrió la puerta, Osvaldo estaba preparado para saltar, con los pulmones llenos de aire para dar el grito más fuerte que pudiera. Y de repente… BUHHHHHHHHHHHHH. No pasó nada. Osvaldo cayó al suelo sin que la niñera lo notase. Nunca nadie notaba su presencia. “Es lo que tiene ser un fantasma”- pensó mientras se levantaba del suelo, deprimido por una derrota más.
Osvaldo no tenía muchos amigos, en realidad no tenía ninguno. Para Osvaldo los otros niños eran un poco tontos porque nunca se daban cuenta de nada. A él, sin embargo, le encantaba pasar el tiempo con un gato que merodeaba por el jardín de su casa. Le había llamado “PasteldeCrema” porque era muy blanco, blando y esponjoso.
Un día Osvaldo estaba jugando con “Pasteldecrema” y una niña se acercó y comenzó a acariciar al gatito y a decirle cosas.
- Es mío-dijo Osvaldo- se llama…Pero la niña le interrumpió.
- Adiós, gatito- dijo, y se marchó de allí caminando alegremente.
Osvaldo permaneció quieto un buen rato mirando cómo se alejaba. Y se puso a llorar. Nunca nadie notaba su presencia.
Después de llorar durante dos inviernos decidió que ya era hora de pasar a la acción. Se había cansado de ser el único fantasma de la tierra que no asustase a nadie. Estaba aburrido de jugar con “PastelDeCrema” que ya no era tan blanco y blando como siempre, y ahora había decidido ser un fantasma terrorífico. Para empezar, a los primeros que iba a asustar pero bien era a los niños. Llevaban mucho tiempo dándole con la puerta en las narices y ahora se iban a enterar de quien era Osvaldo el “FantasMalo”. Lo primero era hacerse con una buena sábana blanca. Sería un buen comienzo para ir tomando forma. Así que esa mañana cuando vio la colada tendida, no perdió el tiempo y cogió la más grande. Después entró en el cuarto de los niños, rompió la hucha del cerdito, sacó 2 grandes monedas y las utilizó para recortar el contorno de dos grandes ojos huecos. Estaba deseando ver la cara que pondrían los niños cuando les asustara por primera vez. Seguro que eso no se lo contaban a sus amigos por el Messenger. Ya solo le faltaban las cadenas. Esa noche cuando “SinMiedo” el perro de la familia dormía, aprovechó para quitarle la correa y Oswaldo se transformó en el fantasma que siempre había soñado ser. Ya a nadie le pasaría desapercibida su presencia…

Y cuando ya había conseguido ser terrorífico, y llevar ropa de asustar, y olvidar a PastelDeCrema y robarle el collar al pobre “SinMiedo”, notó como si las paredes se contrajesen y lo empujara hacia un pasillo muy largo y muy oscuro. Osvaldo, que no estaba dispuesto de dejarse intimidar por nadie, porque para eso era un fantasma, luchó denodadamente contra esa terrible fuerza que lo empujaba, y lo empujaba. Se agarró a las paredes, sopló muy fuerte para no ser transportado. Cada diez minutos el torbellino paraba, y Osvaldo se desplomaba en el suelo, preguntándose quién lo empujaba tanto y por qué.
Menuda nochecita pasó el pobre Osvaldo luchando contra las dichosas paredes que lo arrastraban por el oscuro túnel. Estaba agotado, tanto que pensó que iba a morir, que nadie lo salvaría. Porque a demás de que nadie podía verlo, sus fuerzas flaqueaban. De pronto vislumbró allá, a lo lejos, un resplandor. Una luz intensa y blanca. Y fue entonces cuando las paredes lo empujaron con tanta fuerza que salió disparado. Y Osvaldo, aunque siempre había sido un fantasma valiente, no pudo contener las lágrimas ni el miedo. Era demasiada luz, y demasiados empujones, y demasiado estrecha la boca del túnel. Su cuerpo se contraía, su cabeza pasó por un agujerito diminuto y la luz se lo tragó.
-Noooo -grito el fantasma. Y volvió a llorar con tanta pena y tanta fuerza que se volvió visible.
Lo envolvieron en una manta y se lo dieron a una señora la mar de simpática que lo abrazó. Todo el mundo lo observaba. Osvaldo se sintió corpóreo de nuevo, y eso tampoco le hizo mucha gracia.
¿Qué pinto yo aquí?- se dijo asustado- ¿Pero no era yo el que tenía que asustar?
¿Por qué todo el mundo sonríe?

Después de su llegada al mundo real, Osvaldo fue creciendo y olvidando su pasada vida de fantasma o lo que fuera. Porque los bebés, olvidan muy fácilmente su vida anterior para centrarse en comer, llorar y dormir principalmente.
Y por supuesto a Osvaldo le cambiaron el nombre y ahora tenía uno más cortito como Edu. Y jugaba siempre con un gato al que llamó “Cremadepastel” y tuvo un perro que respondía al nombre de “Miedosín”.
Fue haciéndose mayor y cuando tenía 70 años, estaba un poco confundido. Por una parte parecía invisible, como si fuera un fantasma, porque tenía la sensación de que nadie le veía y que nadie le hacía caso; pero finalmente se dio cuenta que eso ocurre cuando eres un poco mayor.
Y por otra parte, comenzó a sentir una presencia extraña cerca de él y a veces creía que los objetos cambiaban de lugar en su casa y cuando dormía la siesta escuchaba en sueños un ¡¡¡ BUHHHHHHHHHHHHH !!! Pero al despertar no había nadie.
Al poco tiempo de esto, nació su nieto, un chico muy guapo al que llamaron Osvaldo y que acompañó a Edu muchos años. Les gustaba jugar a los dos juntos, sobre todo a esconderse por la casa y asustarse como si fueran dos fantasmas.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

SUMA DE LETRAS(cuento colectivo1º,2º,3º,4º parte)


Autora: letra GR

Osvaldo llevaba más de media hora escondido dentro del armario, calladito calladito para que nadie se enterase de que estaba ahí; para que el susto fuera de muerte. Cuando estaba a punto de desistir en su intento, escuchó unos pasos que se acercaban hacia su escondite. Por el sonido de los tacones, era sin duda la niñera que querría coger una toallaEn el momento en que la niñera abrió la puerta, Osvaldo estaba preparado para saltar, con los pulmones llenos de aire para dar el grito más fuerte que pudiera. Y de repente… BUHHHHHHHHHHHHH. No pasó nada. Osvaldo cayó al suelo sin que la niñera lo notase. Nunca nadie notaba su presencia. “Es lo que tiene ser un fantasma”- pensó mientras se levantaba del suelo, deprimido por una derrota más.
Osvaldo no tenía muchos amigos, en realidad no tenía ninguno. Para Osvaldo los otros niños eran un poco tontos porque nunca se daban cuenta de nada. A él, sin embargo, le encantaba pasar el tiempo con un gato que merodeaba por el jardín de su casa. Le había llamado “PasteldeCrema” porque era muy blanco, blando y esponjoso.
Un día Osvaldo estaba jugando con “Pasteldecrema” y una niña se acercó y comenzó a acariciar al gatito y a decirle cosas.
- Es mío-dijo Osvaldo- se llama…Pero la niña le interrumpió.
- Adiós, gatito- dijo, y se marchó de allí caminando alegremente.
Osvaldo permaneció quieto un buen rato mirando cómo se alejaba. Y se puso a llorar. Nunca nadie notaba su presencia.
Después de llorar durante dos inviernos decidió que ya era hora de pasar a la acción. Se había cansado de ser el único fantasma de la tierra que no asustase a nadie. Estaba aburrido de jugar con “PastelDeCrema” que ya no era tan blanco y blando como siempre, y ahora había decidido ser un fantasma terrorífico. Para empezar, a los primeros que iba a asustar pero bien era a los niños. Llevaban mucho tiempo dándole con la puerta en las narices y ahora se iban a enterar de quien era Osvaldo el “FantasMalo”. Lo primero era hacerse con una buena sábana blanca. Sería un buen comienzo para ir tomando forma. Así que esa mañana cuando vio la colada tendida, no perdió el tiempo y cogió la más grande. Después entró en el cuarto de los niños, rompió la hucha del cerdito, sacó 2 grandes monedas y las utilizó para recortar el contorno de dos grandes ojos huecos. Estaba deseando ver la cara que pondrían los niños cuando les asustara por primera vez. Seguro que eso no se lo contaban a sus amigos por el Messenger. Ya solo le faltaban las cadenas. Esa noche cuando “SinMiedo” el perro de la familia dormía, aprovechó para quitarle la correa y Oswaldo se transformó en el fantasma que siempre había soñado ser. Ya a nadie le pasaría desapercibida su presencia…

Y cuando ya había conseguido ser terrorífico, y llevar ropa de asustar, y olvidar a PastelDeCrema y robarle el collar al pobre “SinMiedo”, notó como si las paredes se contrajesen y lo empujara hacia un pasillo muy largo y muy oscuro. Osvaldo, que no estaba dispuesto de dejarse intimidar por nadie, porque para eso era un fantasma, luchó denodadamente contra esa terrible fuerza que lo empujaba, y lo empujaba. Se agarró a las paredes, sopló muy fuerte para no ser transportado. Cada diez minutos el torbellino paraba, y Osvaldo se desplomaba en el suelo, preguntándose quién lo empujaba tanto y por qué.
Menuda nochecita pasó el pobre Osvaldo luchando contra las dichosas paredes que lo arrastraban por el oscuro túnel. Estaba agotado, tanto que pensó que iba a morir, que nadie lo salvaría. Porque a demás de que nadie podía verlo, sus fuerzas flaqueaban. De pronto vislumbró allá, a lo lejos, un resplandor. Una luz intensa y blanca. Y fue entonces cuando las paredes lo empujaron con tanta fuerza que salió disparado. Y Osvaldo, aunque siempre había sido un fantasma valiente, no pudo contener las lágrimas ni el miedo. Era demasiada luz, y demasiados empujones, y demasiado estrecha la boca del túnel. Su cuerpo se contraía, su cabeza pasó por un agujerito diminuto y la luz se lo tragó.
-Noooo -grito el fantasma. Y volvió a llorar con tanta pena y tanta fuerza que se volvió visible.
Lo envolvieron en una manta y se lo dieron a una señora la mar de simpática que lo abrazó. Todo el mundo lo observaba. Osvaldo se sintió corpóreo de nuevo, y eso tampoco le hizo mucha gracia.
¿Qué pinto yo aquí?- se dijo asustado- ¿Pero no era yo el que tenía que asustar?
¿Por qué todo el mundo sonríe?

















jueves, 4 de noviembre de 2010

SUMA DE LETRAS (Cuento Colectivo-3ª Parte)

Autora: Letra A



Después de llorar durante dos inviernos decidió que ya era hora de pasar a la acción. Se había cansado de ser el único fantasma de la tierra que no asustase a nadie. Estaba aburrido de jugar con “PastelDeCrema” que ya no era tan blanco y blando como siempre, y ahora había decidido ser un fantasma terrorífico.

Para empezar, a los primeros que iba a asustar pero bien era a los niños. Llevaban mucho tiempo dándole con la puerta en las narices y ahora se iban a enterar de quien era Osvaldo el “FantasMalo”.

Lo primero era hacerse con una buena sábana blanca. Sería un buen comienzo para ir tomando forma. Así que esa mañana cuando vio la colada tendida, no perdió el tiempo y cogió la más grande. Después entró en el cuarto de los niños, rompió la hucha del cerdito, sacó 2 grandes monedas y las utilizó para recortar el contorno de dos grandes ojos huecos. Estaba deseando ver la cara que pondrían los niños cuando les asustara por primera vez. Seguro que eso no se lo contaban a sus amigos por el Messenger.

Ya solo le faltaban las cadenas. Esa noche cuando “SinMiedo” el perro de la familia dormía, aprovechó para quitarle la correa y Oswaldo se transformó en el fantasma que siempre había soñado ser. Ya a nadie le pasaría desapercibida su presencia…

jueves, 28 de octubre de 2010

SUMA DE LETRAS (Un cuento colectivo-2ª parte-)


Autora:Letra Z


Osvaldo no tenía muchos amigos, en realidad no tenía ninguno. Para Osvaldo los otros niños eran un poco tontos porque nunca se daban cuenta de nada. A él, sin embargo, le encantaba pasar el tiempo con un gato que merodeaba por el jardín de su casa. Le había llamado “PasteldeCrema” porque era muy blanco, blando y esponjoso.

Un día Osvaldo estaba jugando con “Pasteldecrema” y una niña se acercó y comenzó a acariciar al gatito y a decirle cosas.

- Es mío-dijo Osvaldo- se llama…Pero la niña le interrumpió.

- Adiós, gatito- dijo, y se marchó de allí caminando alegremente.

Osvaldo permaneció quieto un buen rato mirando cómo se alejaba. Y se puso a llorar. Nunca nadie notaba su presencia.

jueves, 21 de octubre de 2010

SUMA DE LETRAS (Un cuento colectivo)




Este mes, las letras vamos a realizar un cuento colectivo. Cada semana una letra añadirá un trozo de relato al que hoy colgaremos aquí... ¡veremos el resultado!

Autor: letra G
Edad: aún no lo sabemos





Osvaldo llevaba más de media hora escondido dentro del armario, calladito calladito para que nadie se enterase de que estaba ahí; para que el susto fuera de muerte.

Cuando estaba a punto de desistir en su intento, escuchó unos pasos que se acercaban hacia su escondite. Por el sonido de los tacones, era sin duda la niñera que querría coger una toalla.

En el momento en que la niñera abrió la puerta, Osvaldo estaba preparado para saltar, con los pulmones llenos de aire para dar el grito más fuerte que pudiera. Y de repente… BUHHHHHHHHHHHHH. No pasó nada. Osvaldo cayó al suelo sin que la niñera lo notase. Nunca nadie notaba su presencia.

“Es lo que tiene ser un fantasma”- pensó mientras se levantaba del suelo, deprimido por una derrota más.







jueves, 14 de octubre de 2010

¡¡¡A jugar!!!


Escrito por Letra E
Todas las edades.



No quería ir al cine a ver Toy Story 3 y menos ponerme esas gafas que te preparan para el 3D (¿Por qué no nos las podemos llevar a casa? Pero si eso no cuesta nada, qué ratas los de los cines…). Pensaba que tenía películas mejores que ver que una de dibujos animados que hablaba de ¡¡¡juguetes!!! Pero si yo ya soy mayor para eso…

Allí aparecí, en la cola de los cines y pagando once euritos; ya podía disfrutar de la peli, que si no… Me senté en mi butaca y comenzó la película.
Al rato se encendieron las luces y la peli se terminó, increíblemente había pasado más de hora y media con esas gafas y no me había dado cuenta. Al salir a la calle me entraron unas ganas locas de jugar; sí, de jugar. Porque la película nos dice que hay que jugar más, tengamos la edad que tengamos, con nuestros juguetes o con lo que sea, pero JUGAR.
Así que aquí en este blog, lo primero que voy a recomendar es que juguéis. Con vuestros hermanos, primos, vecinos, hijos, padres, madres, amigos, etc. Que todos los días saquéis un hueco para jugar a algo que no tenga que ver con una máquina y que juguéis sin competir. También a los adultos que lean este comentario: ¿No podéis sacar 15 minutos para jugar? Seguro que sí y además os va a alargar la vida, seguro.
Y después de jugar, podemos leer un libro o ir al cine a ver Toy Story 3.

jueves, 7 de octubre de 2010

LA TORMENTA



Edad: A partir de 8 años
Letra GR



Era una nube blanca, esponjosa y divertida. Una de esas nubes en las que uno se fija si mira al cielo. Sus mejores amigos eran la suave brisa y el atolondrado viento. Le gustaba que le soplaran y dejarse llevar. Pero prefería jugar con la brisa porque era un poco más delicada que el viento. Tú déjate hacer, le decía al soplar, que te voy a disfrazar. Y sus soplidos le hacían tantas cosquillas que no podía dejar de reír mientras volaba por el cielo tratando de esquivarla. Unas veces la disfrazaba de pierna escayolada, o de mano con guante. A veces era una sirena, y otras una princesa sin piernas. Era de lo más divertido. La brisa era tan delicada que parecía que la besara o le acariciara los pies, como si sus soplidos, cálidos y tiernos, la descompusiera de cariño. El viento era otra cosa, un poco brutote, soplaba tan fuerte que a veces la deshacía.
-Me haces daño -le gritaba ella-, y él se disculpaba avergonzado. Porque el viento no sabía medir sus fuerzas-. No ves que me desbaratas y luego me tengo que pasar el día recomponiéndome.
Y es que se quedaban desperdigados trozos de ella flotando por el aire. Unas veces sus trozos se convertían a su vez en delfín o escarabajo, y le costaba muchísimo convencerlos para que volvieran a unirse a ella. Aunque en el fondo, no le importaba demasiado porque sabía que lo normal era cambiar, estaba en su naturaleza. No solo lo aceptaba, sino que se dejaba llevar con ilusión. Flotaba por el cielo ingrávida, sin aferrarse a nada. Feliz.
Nube negra era otra cosa. Llegó a Nubolandia una tarde de septiembre. Malhumorada y comilona, lo que más le gustaba en el mundo era beber. Bebía de los ríos y de los mares, de los arroyos y de los lagos. Bebía y bebía con una pajita dorada, pero nunca dejaba caer ni una sola gota de agua sobre una flor sedienta, ni sobre un campo seco.
-Es una avariciosa, glotona y pendenciera –le contó la brisa a nube blanca.
-Aquí la que manda soy yo- dijo nube negra el primer día que llegó a los páramos de Nubolandia. Y todos comprendieron que no tendría más remedio que ser así porque sus amigos eran el rayo, el trueno, los tornados y los huracanes.
Ya desde el principio se pavoneo orgullosa delante de nube blanca. Pero ella no le hizo caso, continuaba bailando con sus amigos la danza de la transformación. Eso hizo que nube negra se sintiera superflua y se enfadara. Alimento su rabia día a día. Y así fue como se volvió más negra, más gorda, mas enfurecida, mucho más odiosa.
Una tarde se acercó a nube blanca que permanecía quieta y le preguntó:
-¿Se puede saber qué haces?
-Tapando un agujero del cielo hasta que alguien venga a coserlo.
-Y a ti que te va y que te vienen los agujeros del cielo.
–Es para que pueda salir el sol.
-No te servirá de nada, nube imbécil, porque haré otros. No podrás tapar tantos agujeros como pienso hacer.
-Déjame en paz.
- Pues nada más que por eso haré que pierdas hasta la última gota de agua que hayas bebido. No podrás tapar más agujeros, y tú y ese sol amigo tuyo, vais a saber quién soy yo.
-Pediré ayuda a la brisa, y al viento –gritó nube blanca.
-No me hagas reír. Ni esa brisa de pacotilla, ni ese viento escuchimizado podrán contra mí. Prepárate para la lucha porque te mataré.
Nube blanca llamó a sus amigos y se libró una batalla en el cielo. Todas las nubes acudieron; las blancas y las grises, las pequeñas y las gordas, los cirros y los cúmulos.
-Te venceremos vieja nube negra.
-Ja, ja, ja
Y su risa se mezcló con la del trueno. Nunca sabía nube blanca dónde estaba el trueno porque sonaba aquí y allá, y se reflejaba allá y aquí. El huracán la empujó, y el rayo la intentó deshacer. Esta vez no era transformación, era su muerte. Sus trozos se desparramaban y empezó a soltar un agua suave y limpia; un agua de la que bebieron las flores y los campos secos.
-Debamos ayudar a nube blanca, se está desaguando- dijo la brisa- Hay que mantenerla con vida.
-Distrae al huracán que yo arrastraré al rayo –gritó el viento.
La batalla ya parecía estar ganada por nube negra cuando el viento logró empujar al rayo hasta el pararrayos de la ermita. Con un fuerte grito y un gran chispazo se desvaneció. Nube negra se asustó, lo suficiente para que el viento y la brisa, aprovechando su desconcierto, la empujaran con tanta fuerza que empezó a desaguar. Era tanta el agua que contenía, tan gorda estaba, que los campos se anegaron. Y el huracán al verla tan vencida, tan delgada y ojerosa, se aturulló.
-¿Qué voy a hacer yo sin nube negra? ¿Que huracán que se precie podría luchar sin ella?
-Dónde encontraré otra nube para descargar mi furia –gritó el tornado.
-No tengo rayo, ni nube negra, ni nada por el estilo, así que me marcho -dijo el trueno.
Y mientras nube negra se deshacía en un llanto oscuro, nube blanca tapó los agujeros del cielo para que pudiera salir el sol.
Y el sol, agradecido, le impuso la máxima condecoración que una nube valiente pueda ostentar; una diadema de brillantes que reflejaba mil colores y que se llamaba arco iris.
Desde entonces siempre que se vence a una tormenta, nube blanca sale contenta subida a una carroza y ostentando su condecoración, acompañada, eso sí, de la suave brisa y del atolondrado viento.

viernes, 1 de octubre de 2010

Tan distinta pero tan igual a mí

Autor: Letra A
De: 12 a 100 años

Yo no vi la cara de mi hija nada más nacer ni sentí su cuerpo tibio junto al mío sudoroso.
No tuve ningún síntoma físico que delatara mi embarazo, ni sentí como mi cuerpo se transformaba para albergar al de mi hijo.
Mi hija nunca estuvo en mi vientre, estuvo en mi corazón durante los más de dos años que duró el proceso de su adopción.
Es difícil expresar en unas líneas la montaña rusa emocional que se vive durante una adopción. Como pasas de la tristeza a la euforia en menos de un minuto. Los largos trámites en la administración para conseguir la idoneidad que dejan tu vida al descubierto. La larga espera, el sentir que muy lejos de ti habrá un niño que será tu hijo, al que no puedes ver, ni abrazar, ni darle todo el amor que sientes ya por él aún sin conocerle.
Cuantas veces imaginando su carita tan distinta a ti y soñando cada día con el momento de tenerlo en mis brazos.
Durante mucho tiempo su cuarto estuvo vacío y todas y cada una de las noches mientras lo esperé me asomaba a su puerta tratando de imaginar sus risas, acunando sus sueños a miles de kilómetros .
Por eso, cuando recibimos la ansiada llamada para anunciarnos que nuestra hija de 7 meses nos esperaba en Etiopía y vimos su foto, la felicidad fue inmensa y cada minuto acaricié su rostro, su cuerpo, porque necesitaba aprenderlo y hacerlo mío.
Aquel día de mayo que salí de casa fue consciente de que ese viaje cambiaría mi vida y que al volver a seríamos por fin una familia y ya nada podría separarnos.
Llegamos a Etiopía a las 6:00 de la mañana y apenas una hora más tarde por fin pude abrazar a mi hija. Describir con palabras el torrente de sensaciones y sentimientos que sentí es imposible, solo puedo expresar la nitidez con la que se me quedaron grabados la suavidad y el brillo de su piel, su olor a galletas mojadas y la profundidad de sus ojos, porque en ese momento comprendí que ella también me estaba esperando.
Después llegaron las primeras veces, los primeros biberones, los primeros juegos y día a día esa hija mía me enseñó a ser madre.
Mientras regresábamos a España y ella dormía en su cunita del avión no podía dejar de pensar en la historia de pérdidas que nos había unido. Yo perdía cosas que aquí no se cuentan, ver por primera vez su carita, su primera sonrisa... y ella, ella tanto; sus olores, sus sabores, su idioma, la posibilidad de vivir con quienes la engendraron, su herencia cultural. Pero allí estábamos las dos, una frente a otra unidas por un lazo invisible que va más allá de la sangre.
Ya ha pasado más de 4 años desde su llegada y su cuarto, como tantas veces imaginé, se ha llenado de risas y de toda la luz que ella desprende iluminando todo lo que tocan sus manos pequeñas y morenas.
No hay noche que no siga entrando en su cuarto mientras duerme para darle las gracias por todo lo que me ha dado y para decirle que siempre, pase lo que pase estaré junto a ella.

Por ello estas letras están dedicadas a ti, Raquel Belareti , mi hija, tan distinta pero tan igual a mí.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Caperucita en Manhattan




Autora: Letra Z
Edad: De 8 a 88 años


¡Son los desobedientes los que llevan el mundo adelante!
GIANNI RODARI



Caperucita en Manhattan es una revisión del popular cuento... ¿Os acordáis? Aquella historia en la que una niña iba a visitar a su abuela, y se encontraba con un lobo muy malo que…
Pues bien, en esta historia lo único que permanece son los personajes principales, y ni siquiera en esencia se parecen. La abuelita no es una pobre anciana débil y confiada, sino una antigua cantante de Music-Hall, extravagante y divertida. Y el lobo, ¡ay, el lobo! de feroz sólo le ha quedado la intención, pues es un pobre desgraciado que se quedó atrapado en su propia vanidad, pero que también (aquí no hay sentencias para los que se equivocan de camino) encontrará la salvación.

Sara Allen, la nueva Caperucita es una niña diez años que vive en Nueva York. Inteligente y visionaria, y por supuesto mucho más lista que sus padres. Y más valiente.
Sara es especial. Nadie que no lo sea se convierte en protagonista de una historia. Eso ya deberíamos saberlo. Si quieres encontrar normalidad no busques en la literatura.

Su ansia es la libertad, el obstáculo: los miedos de los otros. Los padres de Sara simbolizan las dificultades que nos pone la vida para que nuestros sueños se vayan alejando. Sólo el que persiste los alcanza. Sara parece intuir esto, pero todavía no lo sabe con certeza.

El personaje que la llevará de la mano, a ella y a cualquiera que se deje atrapar por sus encantos, es una mendiga sin edad llamada Miss Lunatic que se esconde por el día en la estatua de la Libertad y vive de noche, recorriendo calles y conciencias, repartiendo valentía y confianza.

Caperucita en Manhattan es un cuento que cautiva, y si te dejas te obliga a concederte un tiempo para realizar las revisiones oportunas de aquellos anhelos olvidados, aplastados por el peso (que no paso) de los años.

Carmen Martín Gaite escribió esta historia para niños y niñas, y lo hizo sin olvidar que ellos también añoran la rebeldía y las ganas, tal vez ellos más que nadie. Y con palabras adultas y sueños infantiles al terminar de leer esta aventura nos queda la pregunta: ¿Estoy haciendo lo que quiero? Tal vez la respuesta se halle entre sus páginas. Querer averiguarlo ya es un acto de libertad. ¿Te atreves?

jueves, 16 de septiembre de 2010

La leyenda del coche rojo


Autor: letra G
Edad: letras de 6 a 8 años

¡A ver quién adivina en qué leyenda está basado!



Érase que se era
un colegio singular
que tenía un patio enorme
con mucho donde jugar.


Había una campo de fútbol,
un jardín con arbolillos,
y una zona de columpios
con tobogán y un castillo.


El castillo lo ocupaban
el grupo de los matones,
que sólo dejan entrar
a los fuertes y mayores.


Así pasaban los días
en el patio del colegio:
sin columpios ni castillo
para los niños pequeños.


“Esto tiene que acabar”
exclamó un día Josetxo
“aunque no seamos grandes
también tenemos derecho”


Haremos un coche rojo
tan grande y tan divertido
que los mayores querrán
que esté dentro del castillo.


Pero lo que no sabrán
es que iremos escondidos
en el interior del coche
¡van a quedar sorprendidos!


Después de mucho trabajo
y enorme dedicación
dejaron por fin el coche
listo para la invasión.


Se metieron ocho niños
(los ocho más atrevidos)
y los otros lo empujaron
hasta llegar al castillo.


Los mayores envidiosos
salieron a recibirlo
¡Queremos ese cochazo!
¡Que lo metan al castillo!


Cuando el coche estuvo dentro
No pudieron reaccionar
Salieron los 8 niños
Listos para conquistar.


¡Este castillo es de todos!
Si queréis jugar en él
deberemos compartirlo
como si fuese un pastel.


Una mitad será vuestra,
la otra de los pequeños.
Repartido de esta forma,
todos lo disfrutaremos.


Y así comenzó una etapa
de paz y tranquilidad
y gracias al coche rojo
todos pudieron jugar.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Clark metió el triple y yo me hice mayor


PUBLICADO POR LA LETRA E
EDAD:14-17


El primer partido de baloncesto que tengo conciencia haber vivido de verdad y que me marcó se jugó en las pasadas navidades de 2009. Era yo una niña de 13 años y ese día el Estudiantes ganó al Madrid con un triple en el último segundo de Daniel Clark.
Por supuesto que antes había visto muchos otros partidos ya que mi padre me llevaba al campo desde muy pequeña; él siempre llevaba un gorro de colores al partido y le llamaban “Kurdo” no se sabe muy bien por qué. Un gorro que llevó hasta que murió.
Ese día de 2009 fue una jornada muy especial ya desde su comienzo porque fuimos al Polideportivo Magariños a comprarme una sudadera que estrené esa misma tarde y después comimos en un restaurante árabe al que acudimos por primera vez. Yo noté que mi padre ese día me trataba de una forma especial, algo era diferente, pero seguramente yo lo achaqué al partido contra el Madrid que siempre le ponía nervioso.
Mi padre y sus amigos vivieron con una intensidad tal el partido que nos acabaron contagiando a los que estábamos con ellos, a sus hijos e hijas. El triple final que nos daba la victoria fue celebrado como nunca y yo noté algo muy potente en mi interior, algo que no había sentido hasta ese momento en la mirada de mi padre y en su abrazo posterior.
Después fuimos a celebrarlo todos juntos, cerveza para los mayores y refrescos para los más pequeños en la Casa de Campo.
Llegamos a casa tarde, pero aún así mi padre se empeñó en no romper con nuestra tradición nocturna desde hacía un tiempo: Antes de acostarme debía buscar una palabra en el diccionario y ver su significado para así llevármelo de alguna manera a la cama. Esa noche él eligió la palabra, que fue Adoptar: “Recibir como hijo, con los requisitos y solemnidades que establecen las leyes, al que no lo es naturalmente”. Y allí, en ese momento, mi padre me contó que yo era adoptada, lo que eso significaba y lo mucho que me quería. Y lo entendí todo perfecta y serenamente y me pareció que eso me hacía especial porque yo lo era a los ojos de mi padre. Y además me hizo crecer: a partir de ese momento (aunque realmente yo llevaba con esa sensación toda la jornada) vería las cosas de diferente manera, siendo adulta e infantil a la vez, como si hubiera traspasado una frontera natural.
Y desde entonces, se convirtió en un código entre mi padre y yo que las noticias importantes y nuestras decisiones vitales nos las comunicáramos un día que hubiera partido. En un Estu-Barça le hablé de mi primer desamor y que me quería morir literalmente; en un Estu-Granada le comuniqué que quería ser “artista”; un Estu-Murcia fue testigo del anuncio de mi primer premio en un concurso de relatos; en otro Estu-Madrid mi padre me dijo que cuando cumpliera 18 años este verano, él se iría a vivir a Ibiza, junto al mar; y poco después, el día que se jugó el Estu-Bolonia mi padre murió, pero ahí sí que no avisó a nadie.
Hoy cumplo 18 años y parece que ya soy adulta y madura, pero no puedo olvidarme del día que Clark metió el triple y yo me hice mayor.

jueves, 2 de septiembre de 2010

LA CARACOLA



Letra: GR
Edad: 8 años

Marina era la pequeña de una numerosa familia. Nada más y nada menos que diez años más pequeña que el menor de sus hermanos. Marina estaba acostumbrada a que no reparasen en ella. Hola, nena. Qué tal, nena. Marina jugaba sola, se inventaba la vida sola, soñaba que subía a las cumbres más escarpadas para poder tirarse al mar, y nadar, nadar como una sirena. Escalaba los picos más altos del acantilado, que eran las escaleras de su madre, jugaba con los tiburones, buceaba en busca de tesoros. Y en las tardes de agosto se acercaba a las rocas para mirar al mar.
Una tarde, una de las más oscuras y frías que se recuerda de aquel verano, aunque no la peor, claro está. Pero como eso ocurre al final de la historia, por ahora no diré nada. Azotaba el levante y traía olas inmensas a las rocas, le pareció entonces escuchar voces, conversaciones como de mujeres cotorras y parlanchinas que van de un tema a otro sin tener nada que decir. Aguzó el oído y se dio cuenta de que eran las olas. Las olas le hablaban, se enfurecían, trataban de hacerse escuchar, se quitaban la palabra unas a otras para contarle algo antes de chocar contra las rocas. No te vayas, le dijo una. Mis hermanas te explicarán, dijo otra. Debes atender, gritó otra. Porque todas, absolutamente todas, tenían algo que contarle. Y así fue como Marina comenzó a acudir al acantilado aunque cayesen chuzos de punta.
En los días cálidos las olas bajaban tranquilas, soñolientas, parecía que el mar las acunaba. Porque el mar se enfadaba como ella, y se entristecía sin razón. Pero también reía y se volvía socarrón y divertido lanzando sus olas de acá para allá. Aunque era precisamente en las tardes de tormenta cuando el mar lanzaba a las olas más locuaces, y Marina escuchaba las historias que aquellas infelices le contaban antes de deshacerse en espuma contra las rocas. Eran historias sobre piratas sangrientos, pescadores pacientes, tesoros escondidos y batallas.
No me lo creo, dijo la niña una tarde al mar. Nunca he visto un tesoro. Y el mar embravecido y ofendidísimo envió a las olas para que le fuera entregando no solo sus propios tesoros como perlas y corales. Sino también los escondidos por los piratas, o los abandonados en naufragios. Le regaló collares, pulseras, y anillos. Y ella, sin tener ni idea del valor de esas ofrendas, las fue guardando en una pequeña caja de zapatos.
Un día su madre la encontró y quedó horrorizada. ¿De dónde has sacado todas estas joyas? ¿A quién se las has quitado? Son mías, gritó Marina, me las regaló el mar. ¿El maaar? Dios mío, esta niña roba. Hay que hacer algo.
La interrogaron. No, no soy una ladrona, gritó Marina desesperada. La llevaron a un médico, y este decidió que había que tratarla, que todo el asunto resultaba muy extraño, y que lo primero que tenía que aprender era a vivir la realidad, a perder esa fantasía que se estaba volviendo enfermiza. No está bien, no señor, dijo subiéndose las gafas. Hay que internarla, confirmó.
Y Marina salió de su casa llorando, agarrándose a la barandilla del paseo marítimo para gritarle al mar que él era el culpable y que por tanto ahora debía rescatarla. Y este, hecho polvo, trató de arrancarla de ese coche que se la llevaba tan lejos. Pidió ayuda al viento y a la tormenta, llamó a los tornados y a los rayos. Lanzó sus olas al camino por el que se alejaba el coche con la niña.
Aquella noche el mar se tragó el camino y la playa, el malecón y las barcas, el paseo marítimo y los árboles. Y al ver que no podía alcanzarla, le arrojó con sus enormes brazos espumosos una caracola para seguir contándole historias.
Por eso, si encuentras una caracola en la playa, acércatela al oído, porque al principio escucharás el sonido del mar, de las olas. Pero si prestas atención, si tienes paciencia, lograrás oír historias de pescadores y de piratas, de sirenas y delfines, de tesoros escondidos y de batallas. Lograrás escuchar las miles de historias que nunca deja de contar el mar.
















jueves, 26 de agosto de 2010

Mamá ha perdido su sonrisa


Autor: Letra A
Edad: 4-6 años


Violeta quiere encontrar la sonrisa que ha perdido su mamá pero no sabe por donde empezar.

- ¿Dónde están las cosas que se pierden y son invisibles?- se pregunta mientras va de un lado a otro de la casa mirando detrás de los rincones, levantando los cojines del salón y hasta abriendo todos los botes de la cocina.

Al final se le ocurre una gran idea. Va al despacho de papá y coge la lupa grande de detective que está encima de la mesa con mucho cuidado para que no se rompa el cristal porque su papá siempre le dice que es esa lupa es mágica y muy delicada.

¡Ahora sí puede encontrar la sonrisa de mamá! Mira por todas las habitaciones y hasta vacía el gran arcón de disfraces de su cuarto por si allí está perdida la sonrisa de mamá pero nada, no hay manera de que aparezca.
Aunque le da un poco de miedo entra en el cuarto de los trastos viejos y con su enorme lupa pegada al ojo empieza a mirar entre las cajas, libros, y armarios llenos de ropa. Pero la sonrisa de mamá sigue sin aparecer y Violeta empieza a ponerse triste.

Cansada de buscar se sienta en una gran caja y decide hacer algo de magia: - ¡abracadabra! pero la sonrisa de su mamá no aparece por ningún lado.

De repente oye la puerta de la calle, debe ser mamá que ya ha vuelto del trabajo y escucha como empieza a llamarla:

- Violeta, Violeta ya estoy en casa ¿es que no vienes a darme un beso?

Violeta sigue sentada en el rincón del cuarto con la lupa y sin moverse hasta que por fin su mamá la encuentra.

- ¿Pero que haces aquí pequeña? ¿y con la lupa de papá?
- Estoy buscando tu sonrisa porque se te ha perdido.

Entonces su mamá comienza a reírse a carcajadas y su sonrisa se hace cada vez más y más grande.

- Ves mamá, sabía que la encontraría y ahora no vuelvas a perderla que me ha costado mucho encontrarla.

jueves, 19 de agosto de 2010

Caprichos Temporales


Autora: Letra Z

Edad: A partir de 8 años


Mi abuelo era un hombre muy listo y un poco extravagante. O por lo menos eso es lo que dice mi madre. Yo no llegué a conocerle, porque cuando nací, él ya me llevaba mucha vida de ventaja y no pudo esperar más. No le culpo, creo que yo nací demasiado tarde. A mi me hubiera gustado vivir en otra época. Creo que este siglo no me corresponde.

- Hija, venga, coge tus cosas que vas a llegar tarde otra vez a las clases de “desplazamiento espacial”.

Mi madre está empeñada en que asista a esas malditas clases, no sé cómo decirle que las odio, que no me gustan, que yo no quiero desplazarme en el espacio, que lo que a mi me gustaría es desplazarme en el tiempo. En estas clases te enseñan a moverte de un lugar a otro sin necesidad de utilizar ningún medio de transporte. Por eso no me gustan. Una vez encontré una foto de mi abuelo en la que aparecía sonriente encima de un extraño aparato con dos ruedas, creo que en aquellos años era muy popular. Además, no hacía falta conectarla ni nada parecido, funcionaba con el movimiento de tus propias piernas. Lo llamaban bicicleta.

Yo quiero vivir en la época de mi abuelo, cuando todavía no había coches, ni ordenadores, ni clases absurdas de “actitud extra-sensorial”, o “aprende a comunicarte sin hablar” o “juega tú solo, y verás que divertido”.

Me encantaría subir a una de esas bicicletas y sentir el aire en la cara, poder ir a cualquier parte.

Mi madre no me cuenta muchas cosas de la época de mi abuelo, dice que es mejor olvidar el pasado porque no sirve para nada. Que hay que pensar en el futuro. Pero a mi no me lo parece.

Un día cualquiera me dirigía a la escuela de “pinta sin pintura” y me fijé en un extraño cartel escrito con letras grandes. No me lo podía creer, era una invitación para realizar un viaje experimental a la época que quisieras. Había oído hablar de estos viajes, pero todo el mundo decía que no eran seguros, que podías perder el pelo, o quedarte sin piernas o cosas peores. Sin pensarlo mucho me dirigí hacia allí.

La puerta del lugar era muy pequeña, de color rojo y no tenía timbre. Llamé con la mano y esperé. Al cabo de unos minutos la puerta se abrió.

Pero no había nadie. ¿Hay alguien?- pregunté. Pero nadie contestó. Aquella casa estaba completamente vacía. Sólo había una enorme máquina muy extraña en el centro de la sala y un cartel que decía: “ELIGE TU ÉPOCA Y DALE AL BOTÓN”.

La verdad es que estaba un poco asustada, a mi me encanta tener pelo y sobre todo piernas y corría el riesgo de quedarme sin ellas. Pero no podía perder aquella oportunidad. Así que elegí mi época y le di al botón.

No pasó nada. No tembló el suelo, ni hubo una explosión de luz. Nada. Estaba un poco confundida y muy enfadada porque la máquina no había funcionado. Así que salí de allí cabizbaja y me dirigí, como todos los martes a mi absurda clase de pintura invisible.

La ciudad parecía haberse vuelto silenciosa de repente, no había ni un solo coche y hasta se escuchaba el viento chocando en las esquinas. Casi me da un ataque al corazón cuando un niño pasó rapidísimo por delante de mí. ¡Iba montado en bicicleta!

jueves, 12 de agosto de 2010

Roveraz


Edad: 6-8 años.
Escrito por la Letra E.
Un día en el pueblo Azul amaneció el cielo de color verde y en el pueblo Verde amaneció el cielo de color azul. Enseguida se reunieron los dos alcaldes y dijeron a la vez “Me has robado el cielo, ¡Devuélvemelo!”. El alcalde azul que llevaba una camisa muy larga como todos los habitantes del pueblo, juraba que ellos no habían tocado ningún cielo y el alcalde verde que tenía un gran sombrero como todos los habitantes del pueblo, también juraba que ellos no habían hecho nada.
Decidieron ir a ver a la alcaldesa del pueblo Rojo para que les diera un consejo. Cuando llegaron ella estaba durmiendo y les dijo “Pero ¿Qué es esto? Todavía es muy pronto, sólo son las doce de la mañana y me habéis despertado. Volved dentro de una hora que tengo mucho sueño”. Los alcaldes azul y verde se enfadaron un poco, pero tuvieron que esperar en el salón tomando una taza de té rojo. El alcalde azul aprovechó para coser un botón de su camisa y el alcalde verde estuvo todo el tiempo limpiando su sombrero.
Después de una hora se despertó la alcaldesa y fue a recibirles con los grandes zapatos que llevaban los habitantes del pueblo Rojo. Y entonces le contaron su problema con los cielos. La alcaldesa les escuchó medio dormida y al acabar les preguntó: “¿Por qué no vivís con los cielos así cambiados de color?” Y los dos alcaldes respondieron a la vez: ”Porque nuestro cielo es mejor que el suyo.” “Bueno”, dijo la alcaldesa mientras bostezaba de sueño, “La solución es que todos los habitantes y las casas del pueblo Azul se vayan al pueblo Verde y que todos los habitantes y casas del pueblo Verde se vayan al pueblo Azul.”
Los alcaldes siguieron su consejo y estuvieron un mes entero haciendo la mudanza de un pueblo a otro e incluso fueron a cambiar el nombre y así el pueblo Azul tenía el cielo azul y sus habitantes vestían con camisas muy largas y el pueblo Verde tenía su cielo verde y sus habitantes vestían con grandes sombreros.
Pero al día siguiente de la fiesta de inauguración de los dos pueblos, en el pueblo Azul amaneció el cielo de color verde y en el pueblo Verde amaneció el cielo de color azul. Enseguida se reunieron los dos alcaldes y dijeron a la vez “Me has robado el cielo, ¡Devuélvemelo!” Y como no se ponían de acuerdo, decidieron hacer otra vez una mudanza de pueblo a pueblo. Y durante un mes estuvieron cambiando las casas y los habitantes de un pueblo a otro para poder tener un cielo de su mismo color.
Y de nuevo, al día siguiente de la segunda fiesta de inauguración de los dos pueblos, en el pueblo Azul amaneció el cielo de color verde y en el pueblo Verde amaneció el cielo de color azul. Los alcaldes se reunieron y los dos estaban tan tristes que la camisa del alcalde azul estaba casi rota y el sombrero del alcalde verde estaba lleno de agujeros.
Fueron corriendo a ver a la alcaldesa del pueblo Rojo, que como siempre, estaba durmiendo. “¿Otra vez me despertáis antes de las doce de la mañana? Eso es de muy mala educación. Esperad un rato”. Y los alcaldes esperaron y como estaban tan tristes ni siquiera tomaron una taza de té. Después de dos horas apareció la alcaldesa con sus grandes zapatos y escuchó bostezando todos los problemas con las mudanzas. Al terminar, les dijo muy seria: “Lo que se me ocurre es compartir todo entre los tres pueblos, a ver qué pasa”. Y dicho esto se quedó dormida.
Como los alcaldes estaban hartos de hacer mudanzas, decidieron probar la idea de la alcaldesa roja. Y los tres pueblos se unieron en otro más grande que se llamó Roveraz con las iniciales de todos los nombres anteriores. Y todos los habitantes se mezclaron para vivir en casas de diferentes colores y podían vestir con zapatos grandes, camisas largas y sombreros altos.
Y desde entonces, en Roveraz los cielos son azules por la mañana, rojos por la tarde y verdes por la noche mientras sus habitantes sueñan siempre en multicolor.

Fin





martes, 3 de agosto de 2010

El musical de El Rey León

Autor: Letra G
Recomendado para: todas las edades.


Hace una semana hice un viaje a Nueva York y, aunque estuve en la juguetería más grande del mundo o vi la tienda de chuches más increíble de mi vida, encontré un lugar aún mejor para letras como nosotros: el musical del Rey León.

Nunca, y digo nunca en mi vida de letra, he disfrutado tanto con una obra.

Una hora y media cargada de disfraces espectaculares y llenos de imaginación, música y voces que llenaban la sala, escenarios y recursos que no podía creer que alguien pudiese inventar… en definitiva, un espectáculo completo en el que no pude dejar de aplaudir y tararear.

Y lo mejor de todo es que no tendremos que viajar a Nueva York o Londres para poder verlo… ¡parece que se va a estrenar en el teatro Lope de Vega de Madrid!

Así que todas las letras estaremos atentas a la fecha en que llegue para avisaros porque nadie se la puede perder…. Y si no lo creéis, os dejo el comienzo de la obra para ir abriendo apetito.

miércoles, 28 de julio de 2010

EL DRAGÓN Y LA PRINCESA

Letra GR
A partir de 9 años


En los confines de Tirolindia se erguía majestuoso un castillo. Al ponerse el sol, los árboles del bosque se hacían a un lado para que se pudiera ver en toda su grandeza la torre. Y en la torre, en lo más alto de su almena, un desganado dragón vomitaba intermitentes bocanadas de gas inflamable. El dragón había sido contratado por la reina Elida para proteger a la princesa Senoa de cualquier desgarramanta que quisiera acceder a sus favores.
El dragón se llamaba Periodonte y llevaba corrector en los dientes por expreso deseo de doña Elida, mujer obsesionada por la perfección física y la belleza. Senoa era bella, nadie podría negarlo, pero de una belleza repetitiva y absurda. Había sido operada de pecho, culo y celulitis. Sus labios de fresa habían sido hinchados con acido hialurónico, y sus pies reducidos con gasas compresoras. Se alimentaba de una lechuga al mes para no estropear su terso vientre de gacela. Y soñaba con ese príncipe encantado que Elida, su madre, le presentaba como exigente varón de culos y pechos.
Senoa era una más de las miles de princesas que habitaban castillos majestuosos al fondo de los bosques. Y como había tantas y todas eran iguales, los príncipes exigentes se estaban acabando. Ellos preferían el futbol, el tenis, o la vuelta ciclista, antes que luchar con aguerridos dragones para alcanzar los favores de miméticas princesas.
Y así fue como Periodonte y Senoa se tenían que conformar pasando las largas tardes de otoño, o primavera, o verano, jugando a la Wi o haciendo Sudokus. Pero a pesar de los antienvejecimientos faciales que Elida le administraba a su hija, su piel se arrugaba por minutos, por horas, por años. Elida se desesperaba y desde la torre trataba de buscar inútilmente el polvo que un supuesto jinete podría dejar en su elegante galopar.
Fue una tarde de invierno, cuando menos se lo esperaban, con el bosque helado y los árboles sin hojas. Pasó por esos parajes un despistado jinete. Estaba cansado, sediento y con ganas de ir al aseo. Las luces del castillo lo deslumbraron. Por fin podré descansar y recuperar fuerzas para encontrar mi camino, se dijo.
Periodonte avisado por Elida ya vomitaba gas inflamable por su boca.
-No te atrevas a robarme a la princesa –gritó Periodonte sin mucho convencimiento.
-Yo solo quiero ir al baño, asearme, descansar. Esas cosas. Mi camino es largo y estoy perdido.
-Tendrás que luchar para arrebatarmela.
El jinete, viendo que el asunto se complicaba, dijo que bueno, que ya volvería, que tampoco su necesidad era tan apremiante.
Senoa hizo un vano movimiento para rechazarlo. Sintió una especie de resignada voluntad. ¿Por qué rechazar al príncipe? se dijo de pronto. Al fin y al cabo si lo dejaba partir volvería a caer en brazos del aburrimiento, del mezquino disgusto de lo cotidiano. La cabeza le daba vueltas como si se dispusiera a dejarse caer en el vacío. Y viendo que se iba a perder la última oportunidad que el bosque le brindaba, saltó de la almena, bajó de la torre, atravesó el foso del castillo, montó a su caballo alazán, y corrió tras el príncipe, que horrorizado huyó por los bosques pelados y fríos.
Senoa sintió que aquella aventura era el único epilogo que su vieja vida merecía, y se perdió por el bosque tras el viajero.
Nadie sabe, o no me lo quisieron contar, si la princesa atrapó al príncipe exigente o cabalgó libre para siempre por los bosques sombríos, o helados, o floridos. Lo que sí sabemos porque está escrito, es que Periodonte ya sin objetivo, sin trabajo, ni pensión, se quitó el corrector de los dientes y quemó el castillo en un eructo incontenible y zafio que llenó de indignación a la perfeccionista reina Elida.

martes, 20 de julio de 2010

¿Eres Newtoniano o Cuántico?

Autor: Letra A
Edad: + de 14 años

El Capitán Herrerías, profesor alucinante de física me preguntó: ¿ Qué es la nada ? balbuceé: la nada... pues eso, nada de nada. ¡De eso nada!, contestó el. Ahora lo sé, la nada es de lo que está lleno el vacío.

Un vacío más otro vacío suman dos vacíos (¿ Más grande o más chico ? ) Es factible dar dimensiones al vacío -por definición sin límites y sin cualquier otra cosa ?) Emilio Adolfo Westphalen



Imaginemos por un momento que nos hicieran esta pregunta cuando fuéramos a una entrevista de trabajo. Algunos contestarían con el socorrido ¿cualo? de ¿estudias o trabajas? que tan buenos resultados le dio para ligar, pero como quiera que la cosa no está para chistes y más cuando va uno a buscarse las castañas, otros, los menos, dirán en un tono casi solemne ¿le importa aclararme la pregunta ? aunque estén pesando ¿para que coj.. me preguntan esto para despachar hamburguesas en el Burger King?.

- Ya se lo que estás pensando – te dirá el entrevistador con una sonrisa burlona- yo también me pregunté lo mismo y ya me ves, de Gerente para España y parte del extranjero.

Si trabajas a lo “Newtoniano” tendrás que obtener información acerca de cada punto del espacio en cada momento del tiempo (y tu pensando casi ná, vamos ni que fueras el encargado). Además las casualidades no existen, nada de decir eso de “casualmente, pasaba por aquí”, no, lo que suceda en el recinto en un momento determinado, depende solamente e inequívocamente de lo que ha sucedido en todo el recinto inmediato “hace justamente un momento”.

Pongamos como decía el demonio ese de Laplace, que tienes que conocer en cierto instante la posición y el movimiento de todas las hamburguesas atomizadas y por consiguiente estarás capacitado para calcular y prever de antemano todo el necesario porvenir de tu universo, o sea el recinto de Burguer King, tu universo particular. (Menudo fenómeno el demonio ese, vamos ni Aramis Fuster puede adivinar todo eso pensarás mientras asientes con la cabeza “pues si quieren dotes adivinatorias que me los paguen, aquí by the face nada de nada).

- Aquí todo es predecible te dirá en tono castigador, cada efecto observado podrá ser rastreado una única y causa precisa. Vamos que no se trata de innovar, aquí del pasado ya nos hemos ocupado nosotros y el futuro es predecible, todo está engranado como las piezas de un reloj suizo, ya sé que no has visto ninguno, tu que vas a ver, pero yo te lo cuento.

- No te pagamos para que pienses, ya pensamos por ti, trabaja de forma mecánica y así serás previsible para la organización.

- ¿Qué eres de los listillos y te va el rollo “cuántico” bueno pues también nos sirves, veamos:

¿Cómo vas a preparar a la vez dos hamburguesas, la de Bacon con queso y la doble de carne con pepino y cebolla?.

- No es por ponerme pedante, te dirá el entrevistador y a estas alturas se echará el pelo engominado para atrás, a pesar de que no se le ha movido un solo pelo y se reclinará en el asiento y te dirá : “Es como conocer simultáneamente dos variables complementarias como la velocidad y la posición de la partícula. Primero habrá que medir la propiedad intrínseca de una hamburguesa (partícula en el argot) y después podrás predecir el resultado de cualquier medición futura.

Vamos que para los que despachamos a lo cuántico da igual, el acto de medición es un evento donde interactúan el que mide/observador, ósea tu majete, y lo que es medido/observado para conjuntamente producir un resultado.
Ahora, no te creas que podemos decir con certeza lo que va ocurrir, a lo mejor al cliente no le gusta, pero predecimos acerca de la probabilidad de obtener tal o cual resultados.

- ¿Qué? ¿no te parece increíble? Estos chicos de hoy no sabéis nada.

Esto que te estoy contando no se lo creyó ni por asomo el fundador de la competencia, Albert Einstein, de vez en cuando soltaba una frasecita del tipo de “Dios no juega a los dados”, por eso Burguer King es líder absoluto de ventas.
Por lo tanto “el objeto no tiene existencia independiente del observador”, a esta conclusión llegaron los vendedores del mes Bohr y Heisenberg.

Te habrás preguntado alguna vez ¿por qué el protón es 1836 veces más pesado que el electrón ? Pues no te lo preguntes más y preocúpate de cortar rodajas de pepinillo lo más finas posibles y que las hamburguesas no se te chamusquen.

Ah y si te admitimos en la variedad cuántica procura no distraerte cuando adviertas que un fotón dentro de un halo de luz tiene cierta posibilidad de pasar el escaparte del Burguer o de reflejarse en él, sin ninguna explicación racional de por qué pasan algunos y otros se reflejan cuando todos provienen de la misma fuente y forman parte del mismo haz en las mismas condiciones.

Aquí por muchas hamburguesas que hagas nunca podrás eliminar el comportamiento azaroso de la naturaleza y nunca te saldrán igual y mucho cuidado con “el efecto mariposa” (¿mariposas? A ver si ahora resulta que esto es un zoológico), cualquier variación, por pequeña que sea que introduzcas en la hamburguesa, en el estado de un sistema presente puede ampliarse y dar lugar a un cambio grande en el comportamiento futuro de todo el Burguer King.

- En fin tu decides bajo que prisma quieres trabajar.
- ¿Qué donde dice que está la salida....................................... ?

jueves, 15 de julio de 2010

¡DIVIÉRTETE! ¡DISFRUTA! ¡DESORDENA!


Autor: Letra Z
Edad: 6-8


¡Diviértete! ¡Disfruta! ¡Desordena!
grita la madre a su aburrida nena.
¿Qué es divertirse? pregunta la infeliz
metiéndose el dedito en la nariz.

Divertirse es salir, jugar, pasar el rato
y no estar siempre durmiendo como un gato.
Divertirse es volar, cantar, inventar cosas
y no estar quieta como las babosas.

Pues qué difícil, yo no sé hacer eso.
¡A esta nena le han sorbido el seso!
Y se queda sentada en su sillón
y parece un ovillo remolón.

La madre alucinada ya no puede más,
y pronto se la lleva al doctor Tomás.
¿Qué le pasa, doctor? Es muy inerte,
esta nena nunca se divierte.

¿Es grave, doctor? ¿Y tiene cura?
¿Cómo se aprende a vivir en la locura?
¿Logrará usted que mi nena
se suelte algún día la melena?

Este doctor no tiene solución
ante esta falta de motivación.
Pero una idea cruza su cabeza
¡el remedio está encima de la mesa!

Un libro gordo, viejo y mal cosido
es el secreto de un rato divertido.
¿Sabes leer? pregunta el inocente
seguro que este libro es convincente.

Ya han pasado los años, un montón
y aunque la nena sigue en su sillón
ahora es una lectora empedernida
mucho más lista y menos aburrida.

jueves, 8 de julio de 2010

Se buscan humanos


Autor: Letra E.

Edad: 10-12 años.



Érase una vez en el país de Envés, donde las casas buscaban humanos y no al revés.

La Casita Baja de Carabanchel estaba dando un paseo cuando le sonó el móvil. Vio que era su primo, el ático de la Bahía de Cádiz, siempre bronceado porque estaba junto al mar.
- ¡Hola primo!
- ¡ Quilla! ¿Cómo estás? ¿Has encontrado ya humano?
- ¡Ay! Estoy un poco agobiada. Está la cosa fatal y no encuentro ningún humano que me convenza.
- Me han hablado bien de un presentador de televisión que se va a vivir a Madrid, ¿Te paso sus datos?
- Gracias, pero no me interesa la gente de la tele. Si fuera escritor todavía tendría un pase. Prefiero esperar y no coger a cualquiera.
- Tienes razón, yo me quedé con el primer humano que vi y así me va: sólo me limpia cada dos semanas y los cristales cada tres meses; y no me gustan sus amigos.
- Pues paciencia. Yo si no encuentro humano este mes me pillo cualquier cosa.
- Bien, porque no puedes estar más tiempo así. Venga quilla, tú misma con tu carisma, a ver si vienes este veranito, un beso.
Al día siguiente, como todas las mañanas, la Casita Baja de Carabanchel se despertó y abrió internet. Fue a la página infohumano.com y... ¡Por fin! ¡Un anuncio interesante!
"Mujer joven con su hija adolescente. Solidarias y aseadas. Nos gusta leer, escribir y reunirnos en casa con nuestros amigos. Ideal para casita baja. Somos diferentes. 500€ negociables. "
- Hola, llamo por las humanas del anuncio, las diferentes, ¿Cuándo puedo verlas?
- Pues tiene delante un apartamento de Arturo Soria que viene esta tarde. Llame luego para confirmar que sigue libre.
Pero al apartamento de Arturo Soria no le gustaron la madre y la hija, porque él quería alguien menos hippie y sobre todo no le gustaron nada los tatuajes y los piercing que las dos llevaban: cosas de viviendas pijas.
La Casita Baja de Carabanchel quedó encantada con las humanas, aunque se le iba un poco de precio. Pero por fin cumplió su deseo de tener alguien diferente porque ella también lo era. Y disfrutó mucho de las lecturas de ambas, de los posters que la hija colgó en todas sus paredes y de las reuniones de los amigos en su pequeño jardín.
Y colorín colorado, este cuento ya se ha habitado.

jueves, 1 de julio de 2010

EL VIAJE ESPACIAL


Autor: Letra G
Edad del lector: de 8 a 12 años.


Como todos los días de la semana, a las 10 en punto Jacinto comienza sus “ejercicios espaciales”.

Y es que el día que alguien olvide cerrar la puerta de su jaula, el canario tendrá sus patas y alas preparadas para coger impulso y salir volando más allá del cielo, en dirección a otras galaxias.

Jacinto sabe perfectamente cómo llegar hasta el espacio, lo ha visto miles de veces en los documentales que Telmo – su dueño y mejor amigo – pone todas las tardes al terminar los deberes. A eso de las 6, el niño aparece en el salón y coloca la jaula junto a él en el sofá para que Jacinto no se pierda nada del espacio. Juntos miran emocionados las estrellas, las galaxias y los agujeros negros mientras el canario canta y Telmo silba para acompañarle.

Algún día irán al espacio de verdad. Solo que Telmo está esperando a ser mayor y Jacinto a que alguien se deje la puerta abierta.

Como íbamos diciendo, esta mañana Jacinto realiza sus ejercicios espaciales: media hora de fortalecimiento de patas saltando de una barra a otra de su jaula, plis plas plis plas. Después media hora de estiramientos batiendo sus alas de un lado al otro (es esencial tener las alas fuertes para aguantar un viaje hasta el espacio)*

*Nota del autor: ¿Tu canario hace estas cosas todos los días? Ten mucho ojo, porque a lo mejor también está planeando un viaje espacial.

Pero al llegar a su media hora de canto, la madre de Telmo aparece con un trapo en la mano y le interrumpe. Jacinto se pone muy nervioso al ver que la señora abre la jaula y mete su mano, así que empieza a revolotear de un lado a otro. Pero en ese momento suena el teléfono.

Cuando la madre de Telmo se aleja de la jaula, el canario no puede creer lo que ve: la puerta está abierta. Es su oportunidad de hacer el viaje espacial.

De tantas veces que lo ha pensado, se sabe el camino de memoria: salto con impulso desde la ventana a la farola, vuelo planeador hasta el edificio de enfrente, ascenso a su azotea, parada para descansar y vuelo en dirección al cielo. Atravesar las nubes, pasar la capa de ozono y llegar al destino: el espacio.

Una vez allí, se apoyará en Marte porque tiene las mejores vistas de la galaxia. Desde ese planeta podrá observar de cerca los agujeros negros, la luna y, como siempre, cantar a las estrellas mientras Telmo le acompaña con su silbido. Entonces el canario se da cuenta de algo: nunca había pensado que este viaje lo hará solo, su amigo no podrá acompañarle mientras canta a las estrellas.

Jacinto hincha su pecho, coge fuerza y empieza a batir las alas de un lado al otro. Si lo hace muy fuerte conseguirá llamar la atención de la madre de Telmo; ha llegado el momento de que cierre la puerta de su jaula.

El canario quiere seguir viendo el espacio como siempre lo ha hecho: a través de la tele, cantando junto a su amigo Telmo.

jueves, 24 de junio de 2010

¡Es la hora del recreo!


¡Riiinggg!! ¡Suena la campana! Somos un grupo de letras reunidas para animar tus recreos. A partir de hoy podrás encontrar aquí relatos, ilustraciones e información de cine, teatro, actividades, librerías...Todo para niños, niñas y adolescentes.